Un importante aporte para la comunidad realizan los estudiantes de las carreras del campus Colchagua de la Universidad de Talca, a través de asesorías técnicas a los productores de uva y vino de la zona. Como parte de su formación, los estudiantes de segundo año de las carreras de Técnico Superior en Viticultura y Técnico Superior en Vinificación y Enología trabajan en conjunto con pequeños y medianos productores locales para evaluar estrategias de mejora de sus cultivos y producción.
Mónica Vergara, directora de ambos programas, comentó que existe una importante relación entre los alumnos y su entorno, lo que permite beneficios mutuos: “En tiempos normales, el campus Colchagua tiene mucho trabajo y mucho vínculo con su entorno inmediato, y los alumnos llevan a cabo una serie de actividades con productores y viñas de la zona”.
Mejorar las técnicas de producción y los procesos son dos de las maneras en que los futuros profesionales de la vid se involucran con los productores locales, traspasando su conocimiento en favor de un beneficio a la comunidad vinicultora. “Hace cerca de cuatro años que este modelo se ha ido instalando en la metodología de los módulos y los productores ya conocen, ya saben que todos los años se desarrollan estos módulos que van a ayudarles a resolver alguna problemática y que las áreas técnicas son muy confiables dado que los alumnos trabajan con un académico a cargo”, explicó la académica.
A pesar de que el contexto sanitario impidió el trabajo presencial que normalmente realizan en terreno los estudiantes, se continuó con la labor de asesorías técnicas a través de una modalidad virtual. “Cada uno de los grupos de trabajo, evidentemente acompañado por el profesor a cargo del módulo, identificó la problemática y generó reportes técnicos para las eventuales soluciones que tenían los productores”, explicó la directora.
De acuerdo con lo planteado por Vergara, los beneficiados se muestran muy agradecidos de recibir este aporte concreto de la Universidad de Talca ya que, según declaró, “normalmente el productor pequeño no tiene acceso o no tiene recursos para cubrir este tipo de asesorías tan específicas, entonces se sienten muy gratificados”.
Así lo demostró Enrique Orella, productor de vino que recibió la asesoría por parte de un grupo de alumnos durante el 2020. “Me encantó el proyecto porque hicieron un trabajo muy minucioso. Me demostraron que significaba seguir produciendo el vino como lo hacía o derivar a un laboratorio”, declaró.
Esta metodología ha sido muy exitosa en la formación de los futuros profesionales, quienes además de aprender, generan redes en el mercado laboral. “Cada uno va conociendo de manera muy precoz lo que después va a desarrollar en el mundo laboral, que tiene que ver con enfrentar problemáticas muy puntuales que luego se incorporarán a sus fortalezas disciplinares”, aseguró la académica.
“Cuando los chicos egresan, los mismos productores buscan la asesoría de esos técnicos porque ya los conocen y saben cómo trabajan. Entonces ahí se ha generado un círculo virtuoso en que la dinámica académica finalmente repercute favorablemente en la empleabilidad”, concluyó.