Según cifras proporcionadas por el Ministerio de Educación, en nuestro país existe un total de 945 liceos técnico-profesionales, los cuales concentran una matrícula del 37,4% del total de alumnos de tercero y cuarto medio. Por diversos motivos, la tasa de deserción de estos alumnos es mayor que en el caso de la educación científico-humanista y la cantidad de egresados que emigran a otras áreas es considerable.
Analizando las razones de este fenómeno en relación con el rubro de la construcción, nos encontramos con que los egresados tienen pocas posibilidades de efectuar sus prácticas profesionales, ya que no son percibidos por las empresas como un aporte. Otros optan por ingresar a la educación superior al amparo del Crédito con Aval del Estado, existiendo un gran porcentaje de alumnos de liceos técnicos que ingresa a estudiar carreras para las cuales no estaban suficientemente preparados. Como consecuencia de lo anterior, nos encontramos con cientos de jóvenes que salen al mundo laboral sin mayor preparación y que además quedan con una gran deuda por crédito universitario.
La falta de oportunidades para estos egresados resulta paradójica tomando en consideración que esta industria presenta un importante déficit de mano de obra calificada. El trabajador promedio no suele contar con una mayor preparación, observándose una importante rotación en los cargos lo cual influye negativamente tanto en los trabajadores como en la productividad de las empresas. Es por eso, que en este escenario los egresados de liceos técnicos resultan tan relevantes para nuestra industria ya que podrían generar un real impacto en nuestro sector, si su preparación fuese acorde con los requerimientos actuales del rubro. En atención a lo anterior es imperativo cambiar el enfoque con el que se enfrenta actualmente ésta problemática.
Tomemos como ejemplo el caso de Alemania, donde las empresas participan activamente en la capacitación de los estudiantes técnicos a través de un sistema de formación dual, ofreciéndoles puestos de trabajo como aprendices y financiando su capacitación. Una de las características esenciales de este sistema consiste en que una vez cursada la educación primaria se separa a los estudiantes según sus capacidades, siguiendo cada uno el camino que las potencia. Los resultados de la implementación de este sistema han sido alentadores. Según cifras de la UNESCO, aproximadamente dos tercios de los estudiantes alemanes optan por la formación técnico profesional inicial, lo cual es un claro indicio de los buenos resultados del sistema.
Con el objeto de que la educación técnico profesional en Chile cuente con las virtudes del sistema dual y los egresados sean un aporte real en sus áreas, necesitamos implementar políticas para la ejecución de acciones concretas, mejorando la formación inicial y promoviendo la capacitación posterior. La vinculación efectiva entre empresas y establecimientos educacionales constituye un eje fundamental para lograr este objetivo: por una parte, para que los contenidos que se imparten en los liceos estén en concordancia con las necesidades de la industria y por otra, para facilitar la inserción laboral. Es importante que los egresados conozcan el funcionamiento y necesidades del rubro, lo cual solo pueden lograr con el apoyo de las empresas.
Por último, tanto el Estado en su función de garante de la educación como las empresas, no sólo como futuros empleadores sino también en virtud de la responsabilidad social que les compete, deben involucrarse en la formación y capacitación de estos jóvenes. Darles las herramientas y oportunidades necesarias para que su formación sea de calidad, hará que impacten positivamente en el mercado, haciendo de ellos trabajadores valiosos y respetados. No sólo se trata de mejorar la industria de la construcción, sino también el futuro de miles que siguen este camino.
Adriana Terán
Presidenta del Consejo Asesor Empresarial, CChC Talca